Los invisibles en tiempos de pandemia

Por Elvira Sánchez-Blake

Esta semana se registraron graves altercados de orden público en todo Estados Unidos debido a la muerte de George Floyd, un afroamericano a manos de la Policía. La reacción no se hizo esperar y el pueblo americano se liberó del confinamiento para salir a las calles a protestar contra la extrema violencia de las autoridades y el racismo que se desprende de esta muerte injusta.
Yo me uno al clamor colectivo, pero me pregunto, ¿quién protesta por los niños inmigrantes hispanos detenidos en jaulas y en centros de detención que son tratados peor que animales?

Un artículo reciente en el New York Times dio a conocer las condiciones infrahumanas en que se encuentran los niños y jóvenes detenidos en Clint, Texas. El reportaje revelaba que el olor del Centro era insoportable desde varias millas a la redonda. "Hiede", señaló la directora de los derechos de inmigrantes de la Escuela de Derecho de Columbia, Elora Mukheijee, entrevistada para el reportaje. Según ella, los niños se encuentran en una situación tan lamentable que es imposible describir. Los infantes de brazos no tienen pañales, por lo que sus ropas se encuentran en condiciones deplorables. Las madres lactantes menores de 17 años, no pueden lavar ni cambiar su ropa y el olor a leche fermentada es perceptible a la distancia.  Los más grandes atienden a los pequeños como pueden en unas condiciones de hacinamiento  extremas. La mayoría de los detenidos no tienen acceso a duchas ni a lavar su ropa. No hay jabón, ni cepillos de dientes, mucho menos shampos o  detergentes. Los detenidos no tienen acceso a útiles de limpieza, pues el gobierno no tiene la obligación de proveerles estos recursos, según explicó la abogada.

Hay varios niños enfermos en el Centro, pero como no hay acceso a tests de Covid19, se desconoce si hay infectados.  Por lo tanto no hay registros ni medidas contra el contagio, ni mucho menos tratamiento.

Los guardias fronterizos son los encargados del manejo de las instalaciones, pero aparentemente su preocupación es mantenerse protegidos contra los infantes. Los guardias llevan máscaras como una medida de protección contra el mal olor, más que contra la posibilidad de contagio. También están equipados con armas de alto calibre en caso de algún brote de indisciplina por parte de los detenidos. Es decir, la atención de los niños y jóvenes es inexistente.

Este es solo uno de los centros de detención. El silencio alrededor de lo que pasa en estos lugares instaurados por el gobierno para separar a los niños inmigrantes de sus padres, es inexcusable. Durante el tiempo de la pandemia se sabe poco o nada de lo que pasa en estos centros.

En una entrevista del director de Lulac, Cramer Verde, con el abogado de inmigración James G. Martin, Martin aseguró que no hay ninguna medida con respecto a la situación de los inmigrantes detenidos. No se sabe si hay infectados entre ellos ni nadie presta atención a las condiciones de los mismos. Esa no es una prioridad del Gobierno. La prioridad es construir la barrera fronteriza entre México y Estados Unidos.

La injusticia racial en este país es aberrante. Es cierto. Pero esa injusticia no es solo contra la población negra. El racismo es más indignante cuando se ejerce en silencio. Cuando ni siquiera reconoce los derechos más elementales del ser humano. Aquel que no contempla a los que se encuentran en la escala social más baja: los invisibles.

Fuente:
Dickerson, C.‘There Is a Stench’: Soiled Clothes and No Baths for Migrant Children at a Texas Center.
https://www.nytimes.com/2019/06/21/us/migrant-children-border-soap.html


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